Desde que me dedico a poner en práctica los principios de la justicia restaurativa , me he dado cuenta de que lo que parecía complicado no lo es y en cambio lo que se me antojaba sencillo, se tornó en algo casi imposible. Me explico , a pesar de que aparentemente los ciudadanos de a pie, estan todos los días clamando penas más duras, la realidad demuestra que son las personas normales de la calle, las que sufren los problemas y en ocasiones los delitos, las que acogen generalmente de muy buen grado las formas de justicia restaurativa ya sea mediación penal como en Burgos o cualquier otra como los círculos restaurativos. ¿Por qué? pues simple y llanamente porque sus necesidades son abordadas de una manera más eficaz y sana, dandoles participación en todo momento. Así sienten que se ha hecho justicia. Frente a esto me encuentro en muchas ocasiones, más de las que desearía con el muro de la incomprensión de los gobernantes, estos aduciendo la crisis, se niegan en rotundo a colaborar economicamente con estos servicios, más alla de aportaciones casi simbólicas. Y yo me pregunto ¿hay dinero para más cárceles, para mantener a cada día más infractores que entran en prisión? y ¿no hay dinero para atender mejor al ciudadano, a las víctimas de los delitos, a la gente que se supone que les ha votado?.
Esto tiene que cambiar, es el mundo al revés: una justicia centrada en el infractor y su castigo que se olvida de la víctima, no puede requerir tanto dinero mientras nos olvidamos de una justicia restaurativa o restauradora, centrada en dar voz a la víctima e intentar la reintegración de ambos (víctima e infractor) en la comunidad porque es muy cara....Necesitamos cambiar el chip de los gobernantes para que se den cuenta de que es una inversión de futuro, con muy poco conseguirán mucho: víctimas más satisfechas, menos infractores cometiendo nuevos delitos y una comunidad más contenta porque se siente más segura.
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